jueves 25 de abril de 2024

Se cumplen 45 años de la Masacre de Villa Corina en Avellaneda

Nota al Pie dialogó con una de las sobrevivientes de este hecho, Karina Manfil, quien relata la tarea que realizaron con el Equipo Argentino de Antropología Forense para reconstruir su historia y su búsqueda de justicia que continúa hasta el día de hoy.
Masacre de Villa Corina
Karina Manfil, sobreviviente de la masacre de Villa Corina. Créditos: Marisol Mesa / ANNCOM.

Pasaron 45 años de la noche en que un grupo de militares irrumpió en la casa de la familia Manfil y asesinó a tiros a quienes estaban presentes: Carlos Manfil,  su esposa, y su hijo Carly, de 9 años. Además, Karina resultó herida teniendo 5 años de edad en ese entonces. También fueron asesinades amistades de la familia. Este hecho se conoce como “la masacre de Villa Corina”. Ocurrió en el partido de Avellaneda, Provincia de Buenos Aires. 

Nota al Pie dialogó con Karina Manfil, sobreviviente de este hecho, quien contó cómo  fue el proceso por el cual los restos de sus familiares fueron restituidos por el Equipo Argentino de Antropología Forense. 

Manfil dice que es “sobreviviente de la masacre; donde los milicos masacraron a mi papá, a mi mamá y a mi hermanito de 9 años. Además soy el primer caso de ADN del Equipo Argentino de Antropología Forense”.

Y agrega: “Recuperé a mi familia de una fosa común del Cementerio de Avellaneda”. Les investigadores hallaron sus restos en 1994. “El 27 de octubre se cumplen 47 años desde que perdí… No la perdí, desde que me sacaron a mi familia”, aclara. 

Los hechos en 1976

Durante la madrugada del 27 Octubre de 1976; un grupo de tareas de la dictadura militar, conformado por miembros de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, se dirigió hacia las Torres de Villa Corina. El objetivo era ubicar la casa de Carlos Manfil, militante de la agrupación Montoneros. 

Ese día, en la casa de la familia Manfil se encontraban Carlos, Angélica, Carlitos, Karina y el recién nacido Cristian, de la familia Manfil. También estaba allí esa noche la familia Vega, integrada por “el gordo”, Rosario Ramirez y sus hijes, Marcela y Edgardo. Les niñes estaban durmiendo. 

El grupo de tareas que estaba en el pasillo del departamento ingresó; rompió la puerta y entró a los tiros. Como consecuencia, Angélica y Rosario murieron, el Gordo escapó por una ventana. Carlos Manfil, herido, salió por la ventana y cayó al suelo. Allí lo remataron con un disparo en la cabeza. Su hijo Carlitosde 9 años, se asomó a la ventana de su cuarto para mirar. En ese momento le dispararon y el impacto de la bala perforó su cabeza. 

Ya dentro de la casa, el grupo de policías se dirigió a las piezas y gatilló. Como consecuencia de esos disparos, les niñes fueron herides. Karina, que tenía 4 años, recibió el impacto en la pierna. Lo mismo ocurrió con Edgardo y Marcela fue herida en el brazo. 

Luego del operativo fueron derivados al Hospital Presidente Perón. Mientras que los cuerpos de Carlos Manfil, Carlitos Manfil, Angélica Zenobia Zárate y Rosario Victoria Ramirez desaparecieron. Según datos aportados por familiares, se trasladaron los cuerpos  al  cementerio de Avellaneda. 

Masacre de Villa Corina
Carlos Manfil (29 años) junto a su esposa Angélica Zenobia Zárate (27 años) y sus hijes. Créditos: ddhhorg.blogspot.com.

La infancia y adolescencia marcadas por la discriminación 

Luego de los terribles acontecimientos, Karina Manfil recuerda que la crió su abuela materna. “Me decía que todo había sido un accidente de tránsito y la entiendo. Había discriminación, nadie dejaba que sus hijes se acerquen a les ‘hijes de subversivos terroristas’. Así que viví una infancia y una adolescencia terriblemente discriminada también por la sociedad”, narra Karina.

Pese a esto, ella siguió firme en sus convicciones. “Nunca me importó. Tenía en mi mente lo que había pasado y sabía perfectamente lo que tenía que buscar”, asegura.

También recuerda que  tuvo muchos problemas con su  abuela. “ Me tuve que fugar de su casa a los 16 años, porque siempre me escapaba del colegio para averiguar. Era una piba muy rebelde y a ella le recordaba a mi papá y no le gustaba”, continúa.

Cuando salió la primera ley o, “mal llamada, ‘reparación económica’ (24411); se cobró el primer subsidio. A partir de ahí la gente empezó a pensar que ‘habían hecho esta lucha por plata’. ¿Te imaginás? ¿Por plata?”, cuestiona. 

En ese sentido, responde a los cuestionamientos narrando el horror que le tocó vivir: “tengo en mi mente, nunca me la puedo sacar, la imagen de mi hermanito acercándose a una ventana. Con sus piernitas encima mío. Dormíamos en la misma cama y verlo volar. Ver cómo volaba la cabeza y quedaba su pelo en el techo”. 

“Y se cayó encima mío. Creo que cuando los milicos entraron disparando; quizás a mí también me dieron por muerta. Porque él me cubrió, aun estando muerto. Según el equipo de antropología, él murió en el momento que le dispararon”, recuerda con dolor. 

Búsqueda de Justicia 

“Mi hermanito, de 9 años, solo se apoyó en la ventana a ver qué pasaba con tanto estruendo y era que nos estaban tiroteando desde abajo. Solo se apoyó a mirar. Hasta el día de hoy me pregunto: ¿por qué esa bala de Fal le dio a él en la cabeza y a mí me dio en la pierna? Hay muchas cosas que me pregunto y no tengo respuesta, nunca voy a tenerlas. No me van a sacar más esa imagen de la cabeza”.

Sin embargo evoca que “el día que hicimos las testimoniales en Comodoro Py, me acosté a dormir y sentí que estaba despierta. Abrí los ojos, y vi a mi hermanito en una ventana estirando los brazos y sonriendo. Es la primera vez que lo vi sonriendo más allá de las fotos. Ahí sentí que él ya estaba tranquilo, que el juicio ya estaba en proceso y que solo necesitaba justicia. Y que yo quedé para eso, para conseguirla”. 

Sobre la causa, menciona que “se frenó con el macrismo, obviamente. Así que me comuniqué con mi abogado, Pablo Llonto, y me dijo que la causa posiblemente avance a fin de año. Pablo Lonto y el juez de la causa que es Rafecas, se están moviendo y estoy esperanzada en que por ahí este fin de año tenga novedades. O quizás el otro, pero sí, que va a salir”, explicó. 

La participación del  Equipo Argentino de Antropología Forense.

Un día de 1990, Karina Manfil llega al Cementerio de Avellaneda y se dirige hacia el sector 134. Allí  tuvo el primer contacto con el Equipo Argentino de Antropología Forense. Años más tarde lograron, mediante técnicas genéticas (ADN), identificar los cuerpos de Carlos, Carlitos, Angélica y Rosario.

Empecé desde muy chica a buscar respuestas por la masacre de mi familia. Fue un caso que recorrió el mundo, porque es el primer caso de ADN del EAAF en el año 1994”, recuerda la sobreviviente del terrible hecho.

“Encontré al Equipo de casualidad un día en el cementerio de Avellaneda y de ahí fuimos inseparables. Son mis ángeles, me devolvieron a mi papá, a mi mamá. Además por ser el primer caso de ADN del equipo, menciona “tuve que aprender con ellos qué significaba. En 1992, cuando nadie conocía este análisis, se hizo en Reino Unido”, detalla.

Masacre de Villa Corina
El documental “Tierra de Avellaneda” cuenta el trabajo del EAAF en la restitución de los restos de la familia Manfil.

Un documental que narra la historia de Karina 

Danièle Incalcaterra, director de cine italo-francés, realizó el documental «Tierra de Avellaneda«. Éste cuenta la historia de la búsqueda y del resultado. “Eso fue en el año 1994. Se presentó en cines y, al ser un caso así, las redes nos ayudaron a encontrarnos a muchos compañeros de La Agrupación “Hijos” (Capital,Zona Sur, Avellaneda)”, comenta. 

Al respecto repasa los logros que obtuvo en el tiempo. “Primero, conseguí encontrar a mi familia. Vengo de una familia pobre, ya para cuando encontré al equipo de Antropología vivía con mi pareja y con mi hijo mayor. Estaba embarazada de mi segundo hijo. A  mí no me importaba caminar mil cuadras para llegar al equipo y estar ahí. Y cebarles mates mientras buscaban, mientras sacaban de la fosa común los restos”.

“Me acuerdo que “Mimí” (Mercedes Doretti), la hija de Magdalena Ruiz Guiñazú, que en su momento era integrante del equipo. Me decía: ‘Kari, ¿cómo podés estar acá embarazada? ¿No te impresionan los huesos?’ Y yo le respondía: ‘No me impresionan, porque acá está mi familia’”. 

Además, Manfil recuerda con profunda emoción que “ellos armaron en una cama forense a mi papá y a mi mamá. Cuando pasaba los miraba porque tenía que ir a hacer los mates. Los miraba así, de frente, y eran ellos. No necesité un ADN para saber.. Sus dientes, sentía que me sonreían. Por supuesto que a mi hermanito jamás me lo armaron delante mío. A él lo vi armado en una cama forense, en alguna de las imágenes de Tierra de Avellaneda”. 

La sonrisa de “Carly”  

Carlitos Manfil, era hijo de Carlos Manfil, y de Angélica  Zárate. Estudiaba en la Escuela nº 59 “Almafuerte”; donde hay una placa que lo recuerda. Era hincha del Club Huracán y pasaba horas jugando al fútbol, según describen sus familiares.

Karina describe a su hermanito con mucho cariño. “Carly era lo más, con sus  9 añitos era campeón de bolitas, tenía un frasco lleno. Le ganaba a cualquiera pero también jugaba en el equipo de fútbol de mi papá, jugaba con los adultos a la pelota”. 

Asegura que “quienes lo recuerdan dicen que tenía una sonrisa espectacular. Mi papá también tenía una sonrisa hermosa. Él tuvo la posibilidad de quedarse en la casa de mi madrina porque ya mi papá sabía que se venía todo esto. Pero él abrazó a mi madrina y le dijo que no, que él se iba con mi papá y con mi mamá”. 

“Salió corriendo y dio vuelta a la esquina y a los dos días pasó lo que pasó. Él había decidido irse con ellos, quería estar con mi mamá y mi papá…Yo solo quiero justicia, ¿sabés?. Sólo busco Justicia”, afirma Karina.

Masacre de Villa Corina
Carlitos Manfil era hijo de Carlos Manfil y Angélica Zárate. Créditos: Facebook Karina Manfil.

Que “Nunca Más” no sean solo palabras

En coincidencia con la fecha en que se conmemora el aniversario del fallecimiento del ex presidente Néstor Kirchner, Karina valora su consideración. “Fuimos reconocidos por un presidente cuando él pidió perdón en nombre del Estado y bajó los cuadros (de los genocidas), entonces ahí todo cambió. Nos sentimos con fuerza, antes no éramos escuchades, era todo resistencia. A partir de ahí avanzamos”, declara. 

También, este mes se presentó el libro “La Niña comunista y el Niño Guerrillero”, de la artista María Giuffra. Se trata de una historieta que ilustra las infancias en la dictadura. En este libro se incluyen 10 casos testimoniales. Una de las historias que se grafica es la de Karina Manfil y la de su hermanito Carly.

En la actualidad Karina Manfil brinda charlas en instituciones  y colegios con el fin de difundir su historia y mantener viva la memoria. “Cada vez que se cumplen aniversarios, tengo que hacer charlas. Octubre para mí no es simplemente otro mes… A mí lo que más me interesa es difundir. Y que ‘Nunca Más’ no sean sólo palabras, sino que nunca más nadie viva lo que vivimos nosotros”.

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