Un juicio utópico en la realidad propia de una castigada mujer, quien imputa a su propia madre de la pronta muerte de su hermana. Años de represalias psicológicas de una madre hacia sus hijas, pudo haber causado la muerte de una de ellas, ¿verdad o exageración?. Desde allí, inicia esta obra reflexiva, “El recurso de Amparo”, escrita por Laura Oliva, quien cede por un rato su lado de actriz e inicia su faceta dramaturga. Se presenta los martes a las 20hs, en el Centro Cultural 25 de mayo, del barrio de Urquiza.
Los personajes de la obra
El minimalismo de la modesta escenografía de Alicia Leloutre, ayuda mucho a que solo las miradas se concentren en los personajes, que son lo importante de la obra. Esto sin restarle la funcionalidad a la misma, compuesta por una escalera central con un escritorio y a ambos lados casi en espejo algunas tarimas con sillas. Un enorme espacio enmarcado en matices oscuros, en donde harán su juego por una hora, el juez, los fiscales, los testigos y los abogados.
La dirección vertiginosa de Javier Daulte, el arte del oficio, de cuidar cada rasgo y aristas de los personajes. El surtido elenco está fabuloso, plasman surtidas emociones con elegancia. Cada uno de los actores con su estilo bien definido y trabajado al detalle. Y algunos hasta se desdoblan en suma habilidad.
Marcos Montes como de costumbre, despliega un talento interpretativo, esta vez como el abogado defensor. Gloria Carrá muy certera construye un personaje atravesado por ternura y dolor, en el papel de Ofelia, esa hija viviente de sentimientos encontrados hacia su inflexible madre. En realidad, todas las actuaciones están diseñadas con gentileza. Permanecen todo el tiempo en escena, manteniendo el ritmo y aprovechando sus momentos al máximo.
Completan el elenco, Aymará Abramovich, Javier Niklison, Marcelo Pozzi, Monica Raiola, Gerardo Serre, y Magela Zanotta. Algo para detallar, que quizá para muches desconcierte en un principio, es el uso de micrófonos por parte del elenco, algo no muy recurrente en teatro. Pero hacia la mitad de la obra, esa presencia tiene su justificación.
El drama y sus imprevistos giros dan lugar a ciertos momentos musicales y corales. Y otro detalle para remarcar es el diseño de vestuario de Ana Markarian, que a pesar su sencillez inicial, consigue un momento destacable y gran hondura estética. Cuando hacia mitad de la pieza, la madre enfundada en un soberbio traje, muta en una impactante imagen viviente, similar a la virgen de Luján.
¿Por qué se debe ver “El recurso de Amparo”?
Porque es una pieza que invita a la reflexión, y para más de une, sobre todo les mayores a 40 años, se sentirán invadides de total empatía. Un reflejo de esas madres de antaño que limitaban cada paso de sus hijes, bajo el ala de las buenas costumbres o el qué dirán.
Además, en un principio la obra goza de un ambiente martirizante y onírico; pero cuando avanza la trama, va ganando dinámica y asombro por parte de la butaca. Las actuaciones están muy bien, potentes y sin máculas.
La dirección impecable compone un montaje estudiado, mesurado, que mantiene a les espectadores atónitos observando el desarrollo de una trama de la cual no sabemos el veredicto.