viernes 19 de abril de 2024

Pocha y Guillermina: elefantas en busca de libertad

Dos elefantas del Ecoparque de Mendoza se están preparando, mediante un entrenamiento, para ser trasladadas a un santuario en Brasil
Foto 1 Silvia Raggio
Pocha y Guillermina, las elefantas asiáticas del Ecoparque de Mendoza, están adaptándose a la caja transportadora que las llevará hacia la libertad. Atrás quedará ese foso con suelo de cemento y sin árboles. En el caso de Guillermina, será la primera vez que pise pasto, ya que nació en cautiverio. Crédito: La Voz de Misiones

Desde la Dirección del Ecoparque de Mendoza, informaron que el operativo de entrenamiento y adaptación de las elefantas asiáticas que allí residen, avanza de forma positiva. Tanto Pocha de 55 años, como Guillermina, su hija de 22 años, se encuentran tranquilas y respondiendo favorablemente a las técnicas aplicadas por entrenadores especializades en esta especie animal.

Nota al Pie dialogó con Tamara Anahí Coll, Doctora en Biología y Vicedirectora de Elephant`s Helper Argentina y con Malala Fontan, integrante de la agrupación animalista SinZoo Argentina. Ambas organizaciones tuvieron participación en el traslado de la elefanta Mara, que residía en el Ecoparque de Buenos Aires, hacia el mismo santuario en Brasil.

Existen 2 especies de elefantes, la especie africana y la asiática. Además de estar ubicados en hábitats diferentes, también difieren en la morfología de sus cuerpos. En Argentina actualmente viven 6 elefantes en cautiverio. Además de Pocha y Guillermina, en el Ecoparque Mendoza se encuentra Tamy, padre de Guille, y Kenia. En el Ecoparque porteño permanecen Pupy y Cuky, dos ejemplares africanos.

Santuario de Elefantes Brasil (SEB)

El Santuario está ubicado en Mato Grosso, Brasil y fue fundado en 2013. Es el único Santuario de Latinoamérica que cuenta con la certificación del “The Global Federation of Animal Sanctuaries”. Desde allí viajaron especialistas con el objetivo de entrenar a las elefantas para que puedan ser trasladadas. Esta técnica se realiza mediante el refuerzo positivo, algo muy diferente a lo que  se hacía muchos años atrás en los circos.

Tiene una superficie total de más de 1100 hectáreas, separadas en distintos sectores. El hábitat de las hembras asiáticas, donde serán llevadas Pocha y Guillermina, posee 27 hectáreas. Actualmente, allí viven Mara, Rana, Lady, Bambi y Maia, y se planea su ampliación. 

También hay un sector para hembras africanas y se encuentra en construcción el área para machos asiáticos. A su vez, cada una de estas grandes áreas está separada en distintos sectores, denominados «yards». Tamara explicó que «esto permite que los elefantes que ahí residen elijan si quieren estar solos o junto al resto de sus compañeros».

Además, especificó que «en cuanto a infraestructura es insuperable por cualquier otro lugar al que pudieran ir los elefantes que se encuentran en Argentina. Está 100% diseñado desde un principio para albergar a estas especies de animales, contemplando todas las necesidades que pudieran llegar a tener en su vida dentro del SEB”.

Adhesión al traslado

Un factor fundamental para apoyar el traslado es la preparación e idoneidad de todas las personas involucradas. La comisión directiva del SEB está conformada por Scott y Kat Blais, ambos con muchísimos años de experiencia trabajando con elefantes cautivos. También la integra la Dra. Joyce Poole, quien dedicó su vida a estos animales.

Respecto a si considera que el SEB es la mejor opción para las elefantas, Malala fue concluyente: “considero que es la única opción que tienen los elefantes que aún viven en cautiverio en Argentina”. Por su parte, Tamara aclaró que “desde Elephant´s Helpers Argentina apoyamos totalmente el traslado de todos los elefantes que actualmente viven en instituciones de nuestro país al Santuario de Elefantes Brasil (SEB)”.

Foto 2 Silvia Raggio
El Santuario de Elefantes está ubicado en Mato Grosso, Brasil. Cuenta con más de 1100 hectáreas, separadas en distintos sectores. El hábitat de las hembras asiáticas, donde serán llevadas Pocha y Guillermina, posee 27 hectáreas, que serán ampliadas. Actualmente, allí viven Mara, Rana, Lady, Bambi y Maia. Crédito: buenosaires.gob.ar

“Es importante recalcar que los elefantes que pasaron por una vida tan complicada tienen patologías físicas y psíquicas provocadas por los años de maltrato y/o cautiverio”, analizó Tamara. Por eso, quienes los cuidan deben ser expertos en elefantes, y tener experiencia en cautiverio para tratar y detectar a tiempo estas patologías. 

“Nuestro apoyo también corresponde a una característica social de los elefantes. Son animales que necesitan estar y convivir con otros pares de su misma especie, conformando familias y manadas matriarcales. Sufren mucho la soledad y la falta de compañeros de su misma especie”, comentó Tamara.

“En el SEB tienen la posibilidad de, si así lo desean, unirse a las hembras que ya viven allí, integrándose a la manada en formación. Al estar el área dividida, si no quieren unirse al resto del grupo tienen el espacio y las estructuras necesarias y suficientes para mantenerse separadas. Tienen total libertad de elección de cuándo y con quién estar, sin ser forzadas jamás a convivir con quien no quieren”, aclaró la bióloga.

La vida en un foso

Según pudo reconstruir Elephant`s Helper, se cree que Pocha fue capturada de bebé en Borneo y llegó a Londres en 1965. A los cuatro años, fue vendida al, por entonces, zoológico de Mendoza. Allí fue alojada junto a Tami, un macho asiático a quien un circo chileno había abandonado en el lugar al volverse agresivo e inmanejable para ellos. El recinto consiste en un foso con piso de cemento.

Trece años después de su llegada al ex Zoológico de Mendoza, Pocha quedó preñada pero la cría falleció a las pocas horas del parto. En 1998, después de 22 meses de gestación, nació la pequeña Guillermina, hija de Tami y Pocha. El macho tuvo que ser trasladado a un recinto contiguo para evitar que Pocha aplastara a su cría intentando protegerla. Por lo tanto, sólo podían observarse, separados por un ancho pasillo.

“Guillermina sólo conoce el recinto donde nació, jamás en su vida vio el horizonte o estuvo en contacto directo con un árbol. Por eso se muestra más reticente en el entrenamiento para el ingreso a las cajas de transporte. Sin embargo, Pocha sí vivió en libertad y fue transportada, situación que seguro recuerda. De a poco Pocha está enseñando a Guillermina a entrar a la caja y permanecer tranquila allí dentro”, explicó Tamara.

En el siguiente link se pueden seguir las novedades de estas elefantas: https://globalelephants.org/pocha-and-guillermina/

Estereotipos y la vida de encierro

Tamara explicó que, en elefantes, el cautiverio prolongado en espacios no adecuados, como es el caso del ex zoo de Mendoza, puede derivar en múltiples consecuencias. “No sé si es el caso de Pocha y Guillermina, pero los elefantes en cautiverio suelen tener problemas en sus patas por caminar poco. También por el pobre o nulo desgaste de sus uñas y por transitar sobre sustratos inadecuados”, acotó.

Todo esto suele derivar en una infección llamada pododermatitis, que es una de las principales causas de muerte de elefantes en cautiverio. Cabe recordar que este fue el motivo del deceso de Pelusa, la elefanta del Zoológico de La Plata. Falleció en el 2018, luego de más de 50 años de encierro.

También mencionó que el cautiverio puede causar movimientos estereotipados, como el que tenía Mara. Aquellas personas que han visitado el ex Zoológico porteño, seguramente la hayan visto balanceando constantemente su cabeza ante determinadas situaciones Según informaron desde el SEB, estas estereotipias se acabaron cuando llegó allí.

(Sobre)vivir con el espíritu quebrado

Un dato tan sorprendente como angustiante, que aportó Tamara, es acerca del “Pajaan”, una práctica de “adiestramiento” de elefantes. La finalidad de este adiestramiento es la de “quebrantar el espíritu” de los animales. De esta manera se convierten en seres sumisos y totalmente incapaces de desobedecer a las órdenes de los humanos. Y es la única forma en que se logra separar a una cría lactante de su madre, ya que tienen lazos muy fuertes entre sí. 

Foto 3 Silvia Raggio
De sólo poder darse baños de tierra en piso de cemento y de sólo poder estar de 4 a 6 horas al día al aire libre, Mara pasó a vivir en un santuario donde recobró su esencia. Además de disfrutar de las revolcadas en los charcos de agua, ahora tiene su propia manada donde pertenecer.  Crédito: CHEQUEAR

“Los elefantes jovenes de unos 4 años son separados de sus madres, algo que de por sí ya es muy traumático. Luego se los encierra en jaulas donde no pueden ni moverse. Durante un periodo de entre 4 y 7 días son golpeados repetidamente con palos que llevan clavos afilados”, relató.

Agregó que: “Cuantos más se intenta rebelar el animal más golpes recibe. Y para que el tratamiento sea más efectivo, los “entrenadores” pegan al elefante en sus zonas más sensibles: orejas y ojos (algunos animales acaban ciegos). Como si todo esto no fuera suficiente, a los elefantes no se les da ni de comer ni de beber y son sometidos a privación del sueño para que el proceso resulte aún más traumático”.

Todos los elefantes en cautiverio (en zoológicos, circos, o los utilizados para el turismo en determinados países asiáticos) pasaron por esta práctica cuando eran pequeñas crías. Por eso, desde Elephant`s Helper hacen hincapié en la educación y la divulgación. Desalientan los paseos en elefantes, ni que pinten cuadros o jugar a la pelota, entre otras actividades en las que los elefantes son la atracción.

Mara: volver a ser elefante

“Mara se adaptó muy bien a la vida en el santuario. Convive con 4 elefantes asiáticas, de las cuales dos son las que pasan la mayor parte del tiempo con ella. Bambi se ha tornado su protectora, mientras que Rana es su amiga casi desde el primer día de llegar al SEB”, comentó Tamara.

Llegó al SEB con algunos problemas de salud preexistentes, derivados de sus años de cautiverio en circos y zoológicos. Tiene un daño permanente en su muñeca delantera derecha. El año pasado tuvo algunos problemas digestivos que afortunadamente, luego de tratamiento, están siendo superados.

“Nosotros hemos acompañado con mucha emoción y alegría su traslado, que fue hace más de un año. Eso fue un logro del activismo argentino. Estuvimos 10 años en la puerta del ex Zoológico de Palermo, pidiendo por los animales allí presos. También generando conciencia de lo que los zoológicos le hacen a los animales”, declaró Malala.

Mara nació en la década de 1960 en India y conoció la libertad muy poco tiempo ya que fue trasladada a un zoológico en Alemania. En 1970 fue vendida a un circo en Uruguay y 10 años después fue adquirida por el Circo Rodas en Argentina. Luego de 15 años, fue decomisada por un fallo judicial, y cedida al Zoológico de Buenos Aires.

Pero allí ya había dos elefantas africanas, Pupy y Cuki. Cuando comenzaron a llevarse mal entre ellas debieron ser separadas. Esto implicó la reducción de horas que podían disfrutar al aire libre, debido a que el recinto externo era compartido. Por lo cual, Mara pasó sus últimos años pudiendo estar sólo entre 4 y 6 horas al día afuera, el resto encerrada en el brete interno. El 9 de mayo de 2020 comenzó el viaje hacia su libertad tan ansiada como necesaria, aún con una pandemia de por medio. Cuatro días después, pisó tierra colorada y recordó lo que es ser un elefante.

Acá se puede ver el Diario de Mara, donde aparecen todas las publicaciones que hace el SEB sobre ella: https://globalelephants.org/elephant-diary/female-asian-barn/mara/

Unas se van, otres esperan

Además de Pocha y Guillermina, en el Ecoparque de Mendoza se encuentran Tamy, que es el padre de Guillermina, y Kenia.

Tamy llegó a Mendoza luego de que un circo chileno lo abandonara por no poder controlarlo. “Los elefantes macho suelen pasar por periodos llamados Must (sería como un “celo”) en donde se vuelven impredecibles e incontrolables, por eso en los circos se suele usar a hembras asiáticas que son más dóciles”, explicó Tamara.

Kenya es una hembra de elefante africano que nació en 1981 y llegó a Mendoza en 1985, proveniente del Zoo alemán “Tierpark Hagenbeck” por canje. 

Traslado y liberación de Mara en el santuario de Mato Grosso. Crédito: FondationFranzWeber1

Se planea que ambos viajen al SEB. El área para hembras africanas, que deben estar separadas de las asiáticas por cuestiones de salud, ya está construido. Se espera la habilitación de las entidades brasileñas para poder comenzar los permisos. Allí, Kenia se reunirá con las dos elefantas africanas que viven actualmente en el Ecoparque de Buenos Aires, Pupy y Cuky, conviviendo después de tantos años con hembras de su misma especie.

El hábitat para machos está en construcción, por lo que Tamy sería el último elefante en ser trasladado desde Argentina al SEB. Recientemente se hizo una recaudación de fondos internacional que permitió avanzar con la construcción.

El fin de los zoológicos

“Los zoológicos son lugares que desnaturalizan, enferman y matan. Sea el zoológico de Mendoza, sea el Zoológico de Buenos Aires o sea el Zoológico de Singapur”, así define Malala la función de estas instituciones. 

Agregó que “en los recintos, que no dejan de ser jaulas, viven encerrados. No pueden seguir su ritmo natural de vida, no pueden cazar, no pueden volar, no pueden elegir su pareja reproductiva, no pueden hacer su madriguera, no pueden hibernar y se terminan volviendo locos, teniendo estos movimientos estereotipados. El tamaño de la jaula no importa, porque sigue siendo una jaula”.

“Los zoológicos son una aberración de la cultura humana que necesita ver animales presos para entretenerse. El zoológico no les enseña nada a los niños porque solo ven las formas de los animales, no ven cómo cazan, no ven su comportamiento. De los animales se aprende viéndolos en la naturaleza. Lo interesante de los elefantes es, por ejemplo, cómo visitan los sitios de enterramiento de sus ancestros”.

“No sólo no educan sino que tampoco conservan. ¿De qué sirve reproducir jirafas en Argentina si nunca se van a liberar a la naturaleza?”, planteó. “Por suerte hoy la gente cuestiona mucho los zoológicos”.

  • La autora de esta nota es veterinaria y ex-trabajadora del Zoológico de Buenos Aires y apoya fervientemente el traslado de todos los elefantes cautivos en Argentina.
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