Mi color preferido es el rosa. Está en las paredes de mi pieza, en mi acolchado, en las macetas, también en las toallas de mi baño y en mi mate preferido. Pero nunca pude usarlo en mis zapatillas y este año tenía la esperanza de que eso sucediera.
Corría el mes de enero y necesitaba comprarme zapatillas deportivas. Nada muy extravagante ni caro, mi único deseo era que fueran rosas, lilas, naranjas o algún color que no sea ni blanco ni negro. Pero calzo cuarenta y dos, y en las zapaterías no suelen tener mi talle.
Esa tarde estaba esperanzada. Si hay algo que cambió en el último tiempo es que la indumentaria no siempre se divide en ropa para hombres o mujeres. Imaginé que eso sucedería con el calzado deportivo y que finalmente iba a poder comprar zapatillas de mi talle en mi color preferido, a un precio razonable.
Recorrida por los centros comerciales
Así que comencé a caminar por uno de los centros comerciales de La Plata. Empecé mi recorrido en la conocida calle 12, ingresando en todas las casas de deportes que encontré. El diálogo siempre era el mismo:
-¡Hola! Estoy buscando zapatillas como las rosas que vi en vidriera.
-Buenísimo -me contestaba alegremente el o la vendedora. A lo que yo reponía, con cautela:
-Pero las estoy buscando en número 42…. -.
Ahí es cuando la persona que me atendía decía: “No, disculpá, en ese talle no tenemos. Podes fijarte si te gusta alguna de esas”, y señalaba el sector de las zapatillas reservadas para hombres. En ese momento me iba desilusionada.
Algunes vendedores se comprometían con la búsqueda y encontraban un calzado de horma grande, o un modelo negro con algún detalle de color, pero muy pocas veces esas situaciones tienen éxito. Por lo que esa tarde, la situación de rechazo en las zapaterías se repitió unas cinco o seis veces.
Pero no me di por vencida y me dirigí hacia la calle 8, el otro centro comercial de la capital bonaerense. No tuve suerte y después de toda una tarde perdida, cansada y triste, me terminé comprando las mismas zapatillas “masculinas” de siempre. El color más innovador que conseguí con un presupuesto acotado fue el azul.
Me invadió la misma sensación de bronca y angustia que tengo desde los diez años. ¿Por qué no puedo usar el calzado que me gusta? ¿Acaso mis pies son anormales? Mido un metro setenta y seis centímetros, por lo que es normal que mi talle sea mayor al cuarenta. ¿Me tiene que dar vergüenza?
El pie argentino
La ONG Anybody Argentina lucha por la aceptación de la diversidad corporal. En el año 2020 realizó una encuesta nacional de talles. En ella concluyeron que el %23,94 de les encuestades, siempre o frecuentemente tienen problemas para encontrar talles de calzado menores al 35 y entre el 38 y el 45.
Específicamente, expresaron que los números más difíciles de conseguir para quienes utilizan indumentaria de mujer son el 40 (29 por ciento), el 41 (14 por ciento) y el 35 (8 por ciento). En el caso de las personas que usan ropa de hombre, la numeración que escasea es el 40 (15 por ciento), 41 (12 por ciento), 42 y 45 (11 por ciento en ambos casos).
A diferencia de la falta de diversidad de talles de indumentaria, la dificultad para conseguir números de calzado que no vayan del 36 al 40 en las mujeres y del 40 al 45 en los hombres, no tiene mucha difusión en la sociedad argentina. En los últimos diez años, algunes legisladores presentaron proyectos de ley para que la situación fuera regulada, pero nunca prosperó.
A fines del 2019 se aprobó la famosa Ley 27521 (más conocida como Ley de Talles), que regula tanto la numeración de indumentaria y calzado. En ella se estableció la implementación del Sistema Único Normalizado de Identificación de Talles de Indumentaria (SUNITI), a cargo del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI).
No fue hasta junio de 2021 que se reglamentó mediante el decreto 375/2021. Entonces comenzó la realización de un estudio antropométrico en todo el país, que servirá para la conformación del SUNITI. Consiste en la realización de un relevamiento de medidas corporales, con un escáner corporal 3D, para definir la forma y las dimensiones del cuerpo humano.
El paneo con sensores infrarrojos dura de diez a quince segundos. Allí se toma el contorno de la cintura, los bíceps y las rodillas, y también se incluye el largo y ancho de los pies. El estudio ya se encuentra en su tercera etapa, y luego de su finalización se podrá tener una medida promedio del pie argentino.
La conciencia colectiva
Si bien una década atrás los talles de calzado especiales se podían adquirir en muy pocos comercios, en la actualidad hay muchas personas con emprendimientos que venden esa numeración. En la región de Buenos Aires uno de los primeros negocios fue el Club del Pie Grande, a cargo de Inmaculada Ruiz Santana. Esta organización asesora y vende calzado a más de siete mil mujeres que calzan más de 40.
En diálogo con Nota al Pie, Inmaculada contó que el Club del Pie comenzó en el 2004, a causa de un problema personal. “Le había mandado a hacer unos zapatos a mi hija para una fiesta y le habían quedado mal. Entonces se enojó muchísimo y no quiso ir, lo que llevó a toda una serie de frustraciones”.
Al darse cuenta que su hija no era la única que calzaba un número mayor a la media, inició esta comunidad que creció cada vez más. En 2010, junto al diputado Jorge Garayalde, presentaron un proyecto de ley de talles de calzado en la Legislatura Porteña.
Pero Inmaculada cree que más allá de lo legislativo, para modificar la manera de concebir los talles se debe pensar diferente. “No va a haber una ley mágica que cambie la cosas, lo que tiene que generarse es una conciencia colectiva. Se creará en la medida que uno hable del tema y haga entender que es un problema real, que las medidas van cambiando desde el lado clínico inclusive”.
También habló de la realidad de les comerciantes, porque “cuando a un negocio le piden mucho un talle, lo lleva a ver qué pasa. Si se da cuenta que lo vende, se anima a probar con un número más. Así va notando que hay un problema en la calle y lo va cubriendo”.
¿Qué pasa cuando se usa un talle de calzado incorrecto?
Que haya zapatos adecuados para cada pie no es solo una cuestión de gusto, sino que afecta a la salud de quienes no lo consiguen. La podóloga Norma Kauffman explicó la importancia de encontrar el calzado que sea más cómodo para cada une.
“En mis pacientes es muy común ver patologías por el uso inadecuado del calzado”, confesó la especialista. Haciendo una estadística de su experiencia, observó que “en niños y adolescentes es cuando más se presenta el uso de calzado inapropiado, pues crece el pie y siguen utilizando un talle chico, o les compran una talla más grande para que les dure mucho tiempo”.
Kauffman explicó que cuando se utiliza un número más chico se pueden generar deformaciones, callosidades, inflamación y problemas en las uñas. Esto se puede agravar si existen enfermedades de base, por ejemplo la diabetes. En cuanto al calzado más grande, dificulta caminar ya que el roce produce ampollas y lastima. En ambos casos pueden observarse dolores tanto en el pie como en espalda y cintura.
La lucha de los pies “diferentes”: un cambio social
“Cuando empezamos en 2004 no había nada, hoy se encuentran más opciones y muy buenas” se esperanzó Ruiz Santana. “Creo que el trabajo mayor del Club del Pie Grande es haber creado una conciencia colectiva. Muchos fabricantes entendieron que las medidas estándares del mercado fueron cambiando y que era necesario empezar a fabricar otras medidas contemplando el largo y el ancho de los zapatos”, concluyó.
En lo que refiere a les fabricantes, en abril de 2021 se dictó la resolución Nº316/2021. Allí se estableció la obligatoriedad de respetar en los productos de calzado, la numeración del país y sus respectivas medidas con respecto al largo del producto. De esta forma, se dejan de adoptar talles extranjeros para denominar a los zapatos de les argentines.
Además, otro aspecto que da esperanzas es la conciencia de género que cada vez adopta más la sociedad. Cuando las prendas dejen de diferenciar los colores y estilos en la clasificación hombre o mujer, quizás se empiecen a fabricar zapatos que sirvan para todas las personas. Espero que dentro de un tiempo, cuando mis zapatillas azules se gasten y tenga que comprarme unas nuevas, puedan ser de color rosa y en número 42.